sábado, 27 de noviembre de 2010

La ilusión del pintor


Cuando un ceramista comienza a ilusionarse con lo que hace, busca nuevas técnicas y materiales, trata de buscar la perfección pictórica en sus obras, comienza a innovar, a crear, deja de ser un artesano para convertirse en un artista.

La ilusión del pintor es sentir que su obra es amada y entendida por sus contempladores, y es lo que le mueve a convertir sus obras en algo único, a vivir por y para su arte.

A veces, las circunstancias económicas, el tener que mantener una familia, coartan la libertad creativa del artista, que, normalmente, tiene que atender los requerimientos de los clientes, que son quienes sostienen su economía. Cuanto más prestigio va alcanzando a través de sus obras, los clientes más se dejan asesorar por el artista. Sin embargo, aún así, la obra en cuestión debe moverse dentro de los parámetros que le han sido dados al recibir el encargo, es decir, existe cierta flexibilidad y dinamismo, aunque limitados por las pautas a las que la obra debe ceñirse.

Lo ideal sería que existiera una total libertad para que el artista pudiera crear, pero, para ello, debe poder despreocuparse de la venta de sus obras, debe trabajar motu proprio y no bajo pedido (con las consiguientes limitaciones creativas) y que sea otra persona quien se preocupe por colocarlas en el mercado.